viernes, 24 de mayo de 2013

Vida de Consumo



El “ego” como vía al consumismo.

Cuando nacemos, no sabemos que pasa a nuestro alrededor, miramos nuestro entorno y no sabemos qué es lo que vemos, a medida que pasa el tiempo y vamos creciendo, el ego, el “Yo” y el “súper yo”, nos hace desear cosas y tratar de obtenerlas de alguna u otra manera, este deseo puede ser por objetos, necesidades emocionales (afecto, cariño), necesidades de supervivencia (alimentación, higiene), entre otras. Entonces podemos decir que desde pequeños indirectamente el ego forma partes de nuestras vidas, pero ¿de qué manera marcará este ego en las distintas etapas de nuestra vida?
Desde muy pequeños la sociedad nos está enseñando a ser consumistas, ahora el niño o la niña elige su mochila, su estuche, y hasta lo que va a vestir. Y estos hacen lo que está a su alcance para obtenerlo. Luego a los 14 o 15  años de edad, ya se desea tener un celular, un computador, y muchas veces presionan a los padres diciendo que los trabajos se exigen realizarlos en un  computador y no manual, o necesitan buscar información en internet para poder hacer los trabajos, esto a la vez, se produce porque los profesores ejercen presión sobre los alumnos para comenzar a sentir la necesidad de tener las tecnologías, lo que provoca  que los padres muchas veces se endeuden para darles lo “mejor” o para que los “hijos” no se sientan inferiores al resto de sus compañeros.
Luego entre los 16 a 18 años, comienza esa competencia en los liceos, el que tiene el mejor celular, es el “bkn” o el “amigo de todos” por este bien material, y cada joven quiere ser el mejor (hablando materialmente); quiere ser el que vista mejor, el que use todo de marca, el que destaque por obtener los aparatos tecnológicos más actuales y de costos monetarios altísimos. La juventud actual se agrupa tras un “libertad” que ofrece el mercado de consumo, es decir, hoy la juventud es libre de elegir lo que quiere y de una u otra manera lo obtiene porque su ego le pide mas y mas, pero a la vez se encuentra atados por esta sociedad ambiciosa, la cual es muy diferente a la de antes, a pesar de que el ego en otro tiempo, también pedía satisfacer sus necesidades de consumo, pero con características que resaltaran en la década en que estos se encontraban.
 Este ego, provoca que el hijo se enfade con sus padres o con la vida que le tocó vivir, quizás sin riquezas, en situaciones vulnerables, y logre que este desoriente su mirada a los valores, que sus progenitores les han enseñado y muchas veces, a una edad muy temprana estos niños y jóvenes caen en la delincuencia, para poder satisfacer esa necesidad o deseo materialista que muchas veces sus padres no se la pueden conceder. El ego que provoca esta necesidad compulsiva de ser mejor que el otro por tener las tecnologías actuales, está perjudicando bastante a la sociedad actual, la cual ya ni solidariza con su vecino, sino que solo se enfoca en ser “más “que el otro, si el que vive a nuestro lado tiene un auto de dos millones de pesos, nosotros aspiramos a uno de cuatro millones, y así la competencia se vuelve inevitable y cuando queremos parar nos damos cuenta que la verdad nada de lo que tenemos nos llena, sino, que necesitamos del otro, del saludo del que vive a nuestro lado, y al ver nuestro egocentrismo, nos vemos como personas solas, que no sabemos cómo se llama el que vive a dos casas de nosotros, estamos aislados de las personas, viviendo en nuestro metro cuadrado sin saber que sucede a nuestro alrededor.
Otra consecuencia que nos produce este egocentrismo es el realizar la dispersión  de la sociedad, dividiéndola en grupos sociales, en donde la “elite” es la que mira por debajo de sus hombros a los que tienen menos, pero muchas veces estas personas de escasos recursos tienen eso que llena mas a la persona, un corazón lleno de amor, paz y alegría, pero al fin de cuentas el ego que hay en cada uno de nosotros es el que nos permite ser diferente al otro cada día, quizás el ego no sea una característica ambiciosa o posesiva si se logra controlar o utilizar para sobrevivir en una sociedad competitiva y que quizás la globalización la esté haciendo perder el verdadero sentido de vivir.
Por otra parte las frustraciones que produce el egocentrismo está dañando a la sociedad ya que al no poder adquirir lo que ambiciosamente se desea, provoca tristezas, desesperación, y en si una serie de sucesos mentales que más tarde conllevan a enfermedades psicológicas como el stress, depresiones, baja autoestima, es decir, el quiebre del egocentrismo provocado por la frustración, desencadena grandes prejuicios en los seres humanos, sobre todo en los adultos, los cuales siempre aspiran a una mejor vida (la que es considerada mejor por los bienes de consumo).
En síntesis, el ego, está presente en toda nuestra vida, ya sea, inconsciente o conscientemente, este provoca cambios en nuestras vidas, y hace de la sociedad actual, una sociedad compulsiva, egoísta y egocéntrica si hablamos de recursos, mientras que psicológicamente y socialmente, lleva a la soledad, a la frustración y a la necesidad de tener todo lo que este nos pide porque nos hace pensar que al alcanzar todo estos logros, seremos mejores personas y viviremos más felices al sentirnos satisfechos con todo lo que vamos obteniendo.

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